Blog ciencia-ficción

Nada de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia ficción.

Universo de pocos

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viernes, 26 de mayo de 2017

"Las cosas que perdimos en el fuego" de Mariana Enríquez

Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez            Con este libro me reconcilio en parte con la literatura sudamericana, que se me había atragantado después de leer los relatos de Edmundo Paz Soldán. Los cuentos que componen Las cosas que perdimos con el fuego podrían inscribirse en el género de terror, pero un terror muy apegado a la realidad social y a la vida cotidiana. En muchas ocasiones el elemento fantástico sólo es sospechado y podría ser explicado de una manera racional. En sus relatos Enríquez suele encaminarnos en la mayoría de los casos hacía un final que se nos oculta, pero que nos hace temer lo peor. Puede decirse que el terror de los relatos de Las cosas que perdimos con el fuego no es mostrado de una forma explícita, más bien la autora nos invita a imaginarlo con sus finales abiertos. Y es que no hay mayor terror que el imaginado o sospechado por uno mismo, algo de lo que Enríquez debe ser muy consciente. Como contrapartida esto hace que muchos de sus relatos queden indefinidos o den la sensación de no estar del todo acabados. El abuso que hace  de este recurso es quizá uno de los pocos defectos que le encuentro a sus narraciones.
 
            El ámbito en el que se desarrollan las historias del libro es terrorífico de una manera muy diferente a la que nos tiene acostumbrado el género. Es verdad que alguno de los relatos incluye, como no podía ser de otro modo, alguna casa misteriosa pero el verdadero horror lo provocan la miseria de los suburbios y los barrios abandonados a su suerte de una Argentina venida a menos. Los borrachos, las putas, los adictos a todo tipo de sustancias y los delincuentes son los que moran estos territorios poco recomendables y que Enríquez, gracias a una prosa eficaz y directa, convierte en espeluznantes; en esta linea transcurre el primer relato del libro titulado El chico sucio. La hostería resulta más convencional, aunque la frase con la que la hermana amenaza a su protagonista al final del relato lo redime en gran medida. En Los años intoxicados el horror está en la inconsciencia de la juventud. La casa de Adela parece un relato con casa encantada, pero su protagonista le da una dimensión diferente. Pablito clavó un clavito: una evocación del Petiso Orejudo es un relato malvado en la que la amenaza no se cuenta, porque el relato finaliza antes de que pueda producirse. En Tela de araña lo que horroriza es la normalidad con la que su protagonista acepta los hechos. En Fin de curso se nos habla de la fascinación que en la adolescencia tiene todo lo que es diferente. Nada de carne sobre nosotras describe con poca convicción una obsesión algo tétrica. El patio del vecino junto a Bajo el agua negra son según mi opinión los más terroríficos. En el primero la desconfianza de los demás y el afán de demostrar su cordura conduce a su protagonista femenina a enfrentarse a sus inseguridades en solitario. El mérito del segundo es haber sabido fundir con brillantez un relato de corrupción policial y denuncia social con el más genuino horror lovecraftiano. Verde rojo anaranjado es a mi parecer el más flojo de la recopilación y trata del retiro y aislamiento voluntario de un chico de la sociedad. Finalmente, Las cosas que perdimos en el fuego es un alegato feminista en el que sus protagonistas deciden algo terrible para acabar con la amenaza machista. No es el único relato de los doce que componen el libro en el que Enríquez muestra su feminismo; tal vez sea impresión mía, pero la mayor parte de los hombres que desfilan por sus páginas son burdos, insensibles o enojadizos.
 
            En conclusión, relatos interesantes, bien escritos y un par de ellos, excelentes. Si les apetece pueden continuar después con el recién salido Los peligros de fumar en la cama, una recopilación de cuentos escritos con anterioridad. Yo por el momento me doy satisfecho con estos doce relatos.

domingo, 14 de mayo de 2017

"Tainaron" de Leena Krohn

Tainaron de Leena Krohn            Tainaron es una obra atípica. Escrita en 1985 por una autora finlandesa poco conocida, ha sido rescatada a principios de este año por Nórdica para el mercado español. Este libro nos devuelve cierta esperanza en el mundo editorial, y constituye un  buen ejemplo, del que debemos alegrarnos, de que los intereses que prevalecen, sobre todo en sellos pequeños, no sean siempre mercantilistas. Está claro que Leena Krohn no es una autora muy popular, y que su libro pasará desapercibido (si no lo ha hecho ya) puesto que apenas ha suscitado comentarios en los medios desde su publicación, algo que no creo que sorprenda a nadie. Con esta reseña aporto mi grano de arena infinitesimal para dar a conocer esta curiosa obra que fue nominada al World Fantasy Award en 2005.
 
            El título del libro hace referencia al cabo más austral en el Peloponeso, en cuyas proximidades, según la mitología, existe una cueva que permitió a Hércules entrar en el inframundo y capturar a Cerbero. En el libro de Krohn, Tainaron no es el hades sino un mundo de insectos que llevan una vida muy similar a nosotros los humanos. El hecho de que los protagonistas de la novela sean insectos no debe llevarnos a pensar que se trata de un libro infantil. Y, aunque lo diga Jeff Vandermeer, encuentro que tiene muy poco que ver con la obra de Kafka. ¿Es posible que Vandermeer hiciera esta afirmación pensando en el protagonista de La metamorfosis despertándose una mañana convertido en un horrible insecto? Los moradores de Tainaron, aunque son insectos, viven en una ciudad, tienen sus comercios, se visten, trabajan para sobrevivir.., sin embargo su naturaleza no humana confiere a sus vidas una serie de peculiaridades que permiten a Leena Krohn reflexionar sobre la vida y la muerte de una forma original, poética y adulta, que desde mi punto de vista tiene poca relación con la angustia y el aislamiento que siente el protagonista del conocido relato de Kafka.
 
            La obra, no sé si llamarla novela, (algunos la denominarán artefacto literario, pero en Universo de pocos somos un poco maniáticos y nunca nos ha gustado esa expresión, que siempre nos ha parecido excesivamente tosca para una creación artística) se compone de cartas escritas por alguien que está de visita en Tainaron y del que no llegamos a saber ni siquiera su nombre. Krohn tampoco se muestra interesada en revelarnos nada sobre el destinatario de estas misteriosas cartas. Mi duda sobre si llamarla novela estriba en que carece de acción, ni siquiera se distinguen las partes que suelen caracterizar toda obra de ficción como son el planteamiento, el nudo y el desenlace. Estas cartas, que nunca son contestadas, alumbran breves y valiosos retazos del mundo de Tainaron y de sus peculiares gentes. Escritas con gran lirismo, en ellas Krohn vierte  imágenes poderosas, algunas de ellas de una belleza turbadora, otras sin embargo pueden resultarnos inicialmente desagradables, pero la prosa de la autora se encarga de que siempre sean fascinantes. A través de estas misivas conoceremos a la reina condenada a procrear, nos internaremos en el hades de Tainaron donde llevan a sus muertos, conoceremos al medidor que utiliza su propio cuerpo como patrón, sabremos de su príncipe, al que todos parecen ignorar, y descubriremos otros insólitos personajes y otras extrañas costumbres.
 
            Como ejemplo de lo que podemos encontrarnos en el libro, una reflexión que se hace la protagonista a cuento de las metamorfosis que sufren algunos de los habitantes de Tainaron:
            "También nosotros cambiamos, pero lo hacemos gradualmente. Estamos acostumbrados a cierta persistencia y la mayor parte tenemos una identidad que en mayor o menor medida permanece estable. Aquí eso es diferente. Continúa siendo un misterio para mí cuál es en realidad la conexión entre dos vidas consecutivas. ¿Cómo puede un individuo que cambia tan completamente decir que es de alguna manera el mismo que antes? ¿Cómo puede proseguir? ¿Cómo puede recordar?"
 
            Dicen que los buenos licores deben ser bebidos lentamente y a pequeños sorbos para saborearlos en su plenitud, de la misma forma este libro para ser apreciado debe ser leído carta a carta, deteniéndose y releyendo en muchas ocasiones los fragmentos para apreciarlo como merece. No gustará a todos, pero si se animan a leerlo procuren hacerlo sin prejuicios.