Blog ciencia-ficción

Nada de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia ficción.

Universo de pocos

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viernes, 28 de abril de 2017

"Visión ciega" de Peter Watts

Visión ciega de Peter Watts            Son muchos los que consideran Visión ciega una de las novelas más importantes de la ciencia-ficción de los últimos años. No hay más que echar un vistazo en la blogosfera para ver la cantidad de comentarios que suscitó. Tras su publicación en España hace ya ocho años leí varias críticas y en general resultaron ser positivas, pero incluso en las más favorables se lamentaban de la confusa escritura de Watts. Esta lapidaria reseña de César Mallorquí logró disipar las dudas que me quedaban. Las pegas que le encuentra Mallorquí son completamente razonables y muy convincentes hasta el punto de que sólo después de todos estos años me he animado a comprobar por mí mismo si son justas. Ahora que he leído el libro he de decir que estoy bastante de acuerdo con todo lo que dice Mallorquí en su blog. La novela parece estar escrita para que se entienda lo menos posible, la trama es confusa, un disparatado vampiro desempeña un papel importante en la trama y los protagonistas parecen sacados de la feria de los horrores. Y si bien todo esto es cierto, y bastaría para desechar cualquier novela hay que reconocer también que posee importantes valores que intentaré destacar.
 
            Los relatos sobre el primer contacto con extraterrestres por clásicos que sean nunca han dejado de interesarme y Watts consigue darles una nueva vuelta de tuerca. Creo que puedo decir sin equivocarme que se trata de uno de los temas más queridos para los aficionados al género. Novelas que incluyen alienígenas las hay a cientos, pero en las que se cree una criatura científicamente plausible y que no resulte ajena en exceso no hay tantas. Desde los marcianos de  Una odisea marciana de Stanley G. Weinbaum hasta los “Anfitriones” de Embassytown de China Miéville podemos encontrar alienígenas para todos los gustos; a este variado repertorio ahora podemos añadir los trepadores de Visión ciega. Los seres concebidos por Peter Watts además de ser enormemente verosímiles plantean interesantes cuestiones sobre la inteligencia, lo que para mí supone el mayor aliciente del libro.
 
            Visión ciega nos hace reflexionar sobre la consciencia. ¿Para qué sirve? ¿Cómo surgió a lo largo de la evolución? ¿Qué ventaja supone para la supervivencia? ¿Podría existir inteligencia sin consciencia? Cuestiones estas que muy pocas obras de ciencia-ficción suelen abordar siendo éste un género, creo yo, especialmente adecuado para ello. En el futuro de 2082 que describe Watts mucha gente prefiere huir de la realidad y con el fin de “soñar” una vida mejor se conecta a “Paraíso”. La culpable de esta escapada generalizada a una realidad virtual para Watts es la consciencia. Seres menos conscientes o a punto de prescindir de la consciencia, como los vampiros que se saca Watts de la manga, no correrían ese peligro según el autor canadiense.
 
            Existen momentos en la novela de verdadero terror que nos hacen recordar la película Alien. Especialmente escalofriante es todo lo que les ocurre a los personajes al entrar en el artefacto alienígena (Rorschach), y lo consigue a pesar del poco interés del autor por ser comprensible. También cabe destacar el primer contacto con los extraterrestres. No puedo decir, sin embargo, que el mérito estribe en la prosa de Watts, que poco ayuda a transportarnos a ese mundo hostil y enajenante. Sólo el enorme interés y atractivo que suponen para el aficionado a la ciencia-ficción este tipo de relatos y la propia imaginación del lector pueden suplir estos escollos estilísticos.
 
            Entre los defectos de la novela que se suelen mencionar está la poca empatía que inspiran  los personajes. Es verdad que no resultan demasiado simpáticos y que son todos muy raros, pero el problema que yo veo es que a pesar de sus extremadas anomalías y singularidades, (al protagonista le han eliminado un hemisferio cerebral, la lingüista tiene personalidad múltiple, el biólogo tiene toda clase de añadidos en su cuerpo, el que está al mando es un vampiro), no están suficientemente perfilados ni resultan memorables. El mayor despropósito es el caso del vampiro. Hay que ver la película que se monta Watts sobre una raza de vampiros que se extinguió en el pasado debido a un detalle completamente estúpido, que no voy a desvelar, para hacerlos creíbles. Para justificar su brillante idea proporciona diversos detalles científicos sobre su morfología y su manera de pensar. ¿Qué quieren que les diga? A mí un señor adulto que se pasa toda la novela chasqueando la lengua sólo me produce risa. Dicen que sí, que tiene su justificación al final de la novela, pero podría haber logrado el mismo efecto con una inteligencia artificial o un robot.
 
            Peter Watts tenía un material realmente fantástico para crear una gran novela, pero el estilo confuso, una ambición literaria que lo convierte la mayoría de las veces en ininteligible y unos personajes excesivos echan a perder la obra. Habría que estar en la cabeza de Watts para poder seguir sus diálogos o muchos de sus razonamientos. Sólo una enorme amor a la ciencia-ficción y una tenaz paciencia para leer cada frase dos o tres veces permiten llegar hasta el final del libro. Tampoco me convence el tono lúgubre y descreído, estilo novela negra, en que está narrada la historia, sobre todo siendo quién es el narrador. ¿No habíamos quedado en que funcionaba como una habitación china? En resumen, muy buenas ideas, interesantes especulaciones, buenos propósitos, pero escasa literatura. Ustedes verán si compensa.

martes, 11 de abril de 2017

"Los gigantes dormidos" de Sylvain Neuvel

Los gigantes dormidos de Sylvain Neuvel            Pues al final no me ha estallado la cabeza. Y eso que estuve considerando seriamente comprarme un casco antes de ponerme con este libro. A mí no me habría servido de nada, pero al menos los que están a mi lado, pobres víctimas que sin comérselo ni bebérselo recibirían una lluvia de partículas poco agradables, quedarían resguardados. Todavía sigo encontrando vidrios de un vaso que se me rompió hace un mes en la cocina, figuraos que fueran trozos de cerebro originados por unos de estos estallidos espontáneos. He de confesar que por ahorrarme el dinerillo corrí el riesgo y lo leí sin casco. Lo sé, soy un insensato.
            Supongo que algunos lectores poco curtidos quedaron descabezados de inmediato al vérselas con la singular estructura del libro. Los gigantes dormidos no está escrito a la manera de una novela convencional sino que se compone, si exceptuamos el prólogo, de diferentes archivos o expedientes cuya procedencia no se llega a explicar. Los documentos son mayoritariamente diálogos y entrevistas que tienen lugar entre un individuo misterioso y diferentes personajes. También contiene extractos de los diarios de estos mismos personajes, pero la obra se sustenta fundamentalmente en los diálogos y carece de descripciones. Gracias a que no es la primera vez que me encuentro con algo así, no hace mucho me leí El imperio de Yegorov, que lleva esto hasta sus últimas consecuencias, es posible que haya conservado intacta mi cabeza. Así que desde aquí le doy las gracias a Manuel Moyano por evitarme ese mal trago.
            Puede que las primeras cabezas explotaran en el capítulo inicial, en el que se cuenta como la niña Rose Franklin mientras pedaleaba con su bicicleta cae en un hoyo y descubre una mano gigante enterrada, una elegante mano de más de 6 metros confeccionada con una dureza incompatible con su ligereza, lo que hace pensar que tiene un origen extraterrestre. Puede que otras muchas cabezas cayeran unos capítulos más adelante, cuando el misterioso entrevistador, al cabo de varios años junto a una Rose Franklin convertida en una científica eminente, organiza un equipo para buscar las restantes piezas de lo que se supone es un robot gigante. Yo logré llegar hasta aquí con la cabeza intacta y eso a pesar del evidente interés que logró despertar en mí Neuvel. Tal vez el infausto recuerdo que dejó en mí la serie de televisión Mazinger Z, en la que también encuentran unos autómatas gigantes procedentes de una antigua civilización, me haya servido de antídoto. Así que aprovecho para dar también las gracias a los creadores de Mazinger Z.
            A lo largo de la novela van apareciendo más piezas, un tórax, una pierna.., que se parecen demasiado a partes del cuerpo humano. Habrá que dejar a Neuvel que explique en las sucesivas novelas de la trilogía esta asombrosa coincidencia. En las viejas novelas de ciencia-ficción no era sorprendente que aparecieran marcianos con rasgos físicos idénticos al de los humanos, pero esto hoy en día sería imperdonable en una obra que pretende ser seria. Llegados a este punto comprendí que no iba ser con esta novela con la que estallara mi cabeza.
            Los gigantes dormidos es ante todo un eficaz thriller que cuesta dejar de leer. Neuvel maneja con pericia los diálogos, sabe cuando conviene una elipsis, ha meditado muy bien los  giros narrativos y gracias a todo esto logra crear una notable intriga. Sin lugar a dudas se trata de una obra muy entretenida, pero creo que mi cabeza no ha peligrado en ningún momento. Y es que lo siento, pero todo esto de los robots gigantes e invencibles no me lo puedo tomar demasiado en serio. No es más que literatura “pulp”, con unas vestiduras más modernas y molonas, pero “pulp” al fin y al cabo. El momento en que más peligró mi cabeza, y no porque fuera a estallar sino por los golpes que estuve a punto de darme contra la pared, fue al llegar al inesperado final del libro con el que el autor se propone engatusarnos para que leamos la segunda parte. Así que, recomiendo a los que tienen cierta propensión a que les estalle la cabeza que se provean bien de recambios para las sucesivas entregas que vayan viniendo.