Blog ciencia-ficción

Nada de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia ficción.

Universo de pocos

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miércoles, 27 de abril de 2016

"El Sistema" de Ricardo Menéndez Salmón

Portada de "El sistema" de Ricardo Ménendez Salmón Con un título tan pétreo y tan poco atrayente como El Sistema Ricardo Menéndez Salmón parece querer advertirnos de que no vamos a encontrarnos con un texto complaciente y efectivamente así es. Por cierto, la novela ganó el premio Biblioteca Breve 2016.
 
En un futuro indeterminado el protagonista del libro, que se denomina a sí mismo el Narrador, con mayúscula, trabaja como vigía en una de las islas del archipiélago que constituyen el "Sistema". Su vida en la Estación Meteorológica 16 aunque solitaria es cómoda, y aparte de estudiar Historia Moderna y de leer los numerosos informes que llegan del "Dado", organismo un tanto esotérico y misterioso del que emana el poder y que dicta las leyes de "Sistema" su misión principal es la de vigilar la llegada de "Ajenos". Los "Ajenos" no pertenecen al "Sistema" por lo que son rechazados por los "Propios", que temen que con su llegada masiva por mar puedan propiciar la caída de su mundo. El "Sistema" está formado por varias islas: "Realidad" (en la que vive el Narrador), "Empiria" y la "Innombrable", además de otras que no se mencionan. Es fácil establecer una correspondencia entre cada una de estas islas con países de nuestra realidad. Todo en esta novela es simbólico, desde los nombres de las islas hasta los nombres de los personajes pasando por la historia que se cuenta. A veces este simbolismo es evidente, como en el caso de los países a los que se alude con las islas o en el caso de los "Propios" y los "Ajenos", en otros la relación resulta mucho más inasequible como veremos más adelante.
 
El Sistema es una especie de distopía. Como suele ocurrir en este tipo de obras el protagonista pasa de ser un convencido del sistema a poner en duda sus intenciones y sus resultados. En las primeras páginas se nos dice que el objetivo del "Sistema" es la seguridad y que la felicidad, libertad y justicia sólo son posibles mediante un férreo control del sistema. ¿A que esto nos suena? Todo es tan evidente que se me escapa qué pretende el autor con este simbolismo tan obvio, a no ser que quiera hacernos ver que la historia se repite constantemente. Sin embargo, el libro es todo menos claro, porque aparte de los paralelismos antes mencionados, la novela está llena de elementos más oscuros cuyos significados resbalan entre mis resignadas neuronas. Por ejemplo el de una misteriosa caja que instalan en la Estación Meteorológica 16 o el de un juego al que obligan a jugar al protagonista en la tercera parte del libro.
 
La actualidad del mundo está muy presente así como el destino de la humanidad, sin embargo me queda la sensación de que se quieren tocar demasiados temas. La novela consta de tres partes constituidas por los cuatro cuadernos que el Narrador ha ido escribiendo y que denomina "El cuaderno de él", "El cuaderno de yo" y El cuaderno de tú", escritos sucesivamente en tercera, primera y segunda persona. Además de una cuarta parte con la que la novela concluye.
 
La novela está escrita con una prosa fría y desapasionada que me recuerda a veces a un Ballard al que Menéndez Salmón le hubiera incorporado su gusto por las expresiones cultas y a veces incluso arcaicas. Es al primero que he visto en muchos años escribir quilómetro en lugar de kilómetro. Queda claro que es un tipo culto, al que probablemente le ha costado lo suyo adquirir tamaño saber por lo que no duda en ningún momento en deleitarnos con su erudición. Como muestra un botón. En un momento de la novela varios personajes se proponen escribir una nota, que posteriormente será lanzada al mar dentro de una botella, con las mayores maravillas dejadas por el hombre. ¿Pues qué creen que anotan? Las pirámides, la música de Schubert, Ilíada, Edipo en Colono, Fedro, etc. Se ve que en los últimos siglos la humanidad ha creado muy poca cosa. Y luego para darle un tono más jocoso el autor añade la bullabesa. Podía haber sido la tortilla de patatas o el cochinillo asado, pero seguramente no quedaba igual de glamuroso que la bullabesa y probablemente desentonaría frente a Edipo en Colono.
Menéndez Salmón es un escritor con evidente talento y recursos, aunque a veces suene algo excesivo:
El resto del día mientras imaginas a los viajeros concentrados en la cubierta del Aurora, unidos por su carne destinada a la extinción, puedes escuchar el desplazamiento de los titanes (se refiere a unos icebergs), su materia invisible, muchos metros por debajo de las aguas, espléndida, violenta, una cornucopia del asombro y del poder.

Un libro a ratos apasionante, con momentos de resonancias míticas, en otras cargante, pretencioso, hermético e incomprensible. Da la impresión de que el mismo autor se perdiera en algunos momentos entre sus profundas reflexiones y sus brillantes metáforas. Por último, todo parece perfectamente planificado para llegar a la alegórica escena final, que a mí personalmente me resulta rebuscada y muy poco satisfactoria.

sábado, 16 de abril de 2016

"Nexus" de Ramez Naam

Portada de "Nexus" de Ramez NaamLa acción con la que arranca la novela es prometedora, mediante una escena sexual muy divertida Ramez Naam nos adelanta lo que la droga Nexus es capaz de hacer. Una escena, por la verosimilitud con la que es narrada, digna de un Greg Egan, aunque eso sí contada con bastante más humor del que suele hacer gala el australiano. A partir de ahí la trama se vuelve bastante convencional y lo que queda es un Greg Egan retocado al gusto de Hollywood. Una vez explicado cómo funciona la droga, y esto ocurre muy al principio, para mí la novela pierde interés. Como suele ser habitual en este tipo de historias la droga es codiciada por gobiernos autoritarios y mafias, lo que sirve de pretexto para desplegar todos los tópicos habituales de esto que se ha venido en llamar tecno-thrillers: persecuciones, mamporros, gobiernos sin escrúpulos, entrenadores que además son sabios conocedores de alguna pseudo-filosofía asiática, más mamporros, veteranos de guerra traumatizados y la consabida visita a un exótico país del sureste asiático.
 
He de confesar que la tremenda simplicidad con la que está escrita la novela, así como el candor que demuestran algunos de sus protagonistas me resultan incluso encantadores. La novela es entretenimiento y no hay que pedirle más, aunque algunos quieran ver en ella una sesuda reflexión sobre el futuro de la humanidad. Por otro lado es de agradecer que Ramez Naam con Nexus no intente escribir la obra maestra de su vida como parecen pretender muchos autores actuales con cada uno de sus libros, escritores a los que muchas veces les puede la ambición por querer abarcarlo todo. Un buen ejemplo sería Neal Stephenson, al que le salen unos tochos que son compendios de la sabiduría humana habida y por haber. Escribir una novela con grandes ideas originales basadas en los últimos avances científicos, protagonizadas por personajes profundos dignos de Balzac y que además se desarrollen en mundos alucinantes pero verosímiles es casi imposible de hacer sin aburrir al lector.
 
Naam al menos es mucho más humilde y renuncia a algunos de esos objetivos. Tal vez a demasiados, sobre todo al prescindir de una trama de mayor profundidad. El tema principal, la evolución de los seres humanos gracias a la droga y los escrúpulos por permitir su libre uso, queda relegado a un segundo lugar con tantas intrigas, disparos y patadas. La acción violenta acaba apoderándose de la historia.
"Alguien golpeó a Lee en el costado. Era Kade, con una patada voladora que lanzó al agente contra la pared. Sam sintió que Lee estampaba la culata de su arma en la cara de Kade y lo tiraba al suelo. Pero por un momento sólo hubo dos hombres a su lado, ambos con la mirada fija en Chuan y las armas en posición de disparar. Sam alargó los dos brazos y los agarró por los cinturones, tiró con fuerza para levantarse de un salto y simultáneamente los tumbó"
Tras varías páginas así uno ya no sabe de quién es el puño que golpea y de quién es el estómago golpeado, pero es que llega un momento que da igual y lo único que desea uno es que se maten de una vez y que termine la escena.
 
Las razones que mueven a los protagonistas, como suele ocurrir en este tipo de novelas, son esquemáticas y primarias. Por ejemplo, la agente de las fuerzas especiales ERD convirtiéndose en adalid de los que luchan contra las drogas, o el protagonista empeñado en convertirse en post-humano a toda costa gracias a Nexus. Por otro lado, la droga además de milagrosa y fantástica, es demasiado perfecta y buen rollista para ser verosímil.
 
Nexus es una novela que parece pensada para ser llevada al cine. Ya puedo imaginarme la película protagonizada por el guaperas de turno, plena de escenas de acción, con caídas desde edificios de veinte pisos rebotando de aquí para allá o peleas en las que atravesar muros provoca sólo unos pocos rasguños. ¡Ah, pero si eso ya ocurre en cualquier película de acción y sin que tengan que drogarse con Nexus!