Blog ciencia-ficción

Nada de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia ficción.

Universo de pocos

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viernes, 30 de septiembre de 2016

"Cuchillo de agua" de Paolo Bacigalupi

Cuchillo de agua de Paolo Bacigalupi           Desde que en 2013 Penguin Random House inaugurara flamantemente su colección Fantascy con La bomba número seis y otros relatos no había podido leer nada nuevo de Paolo Bacigalupi, y tras la magnífica La chica mecánica (2009, en EEUU, 2011 en España), reseñada en este blog, aguardaba con mucho interés su obra más reciente. Lo cierto es que la nueva novela del escritor norteamericano, un intenso y trepidante thriller lleno de acción y de violencia, no me ha decepcionado. Por lo tanto en líneas generales puede decirse que la espera ha merecido la pena.
 
            En esta ocasión Bacigalupi, en lugar de situar la acción del relato en un lejano país del sudeste asiático, decide quedarse más cerca de su terruño natal (Colorado) y someter a sus personajes a toda clase de penalidades en los alrededores de Fénix, Arizona. Porque Bacigalupi no escatima calamidades y crueldades a Ángel, Lucy y María, nombres de los tres  protagonistas de Cuchillo de Agua. El primero es el típico duro forjado a base de peleas, un matón a sueldo que trabaja para una mujer adinerada sin escrúpulos que mercadea con el agua. La segunda, Lucy, es una indómita periodista con conciencia social. Por último, María es una refugiada que malvive trapicheando como puede para sobrevivir. Personajes, todo hay que decirlo, no excesivamente originales aunque muy bien plasmados. Pero donde Bacigalupi destaca sobre el resto de escritores es en la ambientación de sus mundos. El futuro en el que se desarrolla la historia, con la escasez de agua, las luchas más o menos legales por mantener los derechos sobre la más mínima fuente del preciado elemento, las movimientos migratorios, los refugiados, los Merry Perry [1], las diferencias sociales, las arcologías... todo es de un realismo que a veces tengo la sensación de no estar leyendo ficción y de que aquello pudiera estar sucediendo ahora mismo en EEUU. Bacigalupi ya se había asomado a ese mundo desértico y empobrecido en su relato El cazador de tamariscos que puede encontrarse en La bomba número seis y otros relatos. Toda esta minuciosidad a la hora de crear el escenario (mientras lo pueda decir en mi idioma me niego a usar la palabra de moda que utilizan en tantas reseñas [2]) paradójicamente perjudica el comienzo del libro haciendo que la acción se resienta y la historia tarde más de lo esperado en arrancar. Además Bacigalupi nos sumerge en este mundo sin explicaciones preliminares o extemporáneas (esquivo de nuevo otro vocablo muy “cool” [3]) con lo que la lectura al principio se hace algo laboriosa. En cualquier caso, el autor introduce los nuevos términos poco a poco y con oficio de manera que la acción se sigue sin problema.
 
            Cuchillo de agua es una buena novela y también un buen thriller y como tal utiliza los tópicos y la parafernalia habitual en este tipo de género con crueles esbirros, hampones endiosados, policías corruptos, frenéticas persecuciones, sangrientas torturas, traiciones y un algo (que no quiero desvelar) que todos desean y por lo que son capaces de eliminar a quien se les ponga delante. Como lector de ciencia ficción si algo echo en falta en la novela son más elementos imaginativos y fantásticos que me hagan abrir los ojos como a un niño la primera vez que mira al firmamento, tal y como consiguió con los relatos recopilados en La bomba número seis. El autor se revela muy comprometido con los problemas ecológicos, no hace concesiones a la política del despilfarro y lanza una dura advertencia sobre el futuro que nos espera si no le ponemos freno. Por otro lado su visión pesimista y sanguinaria del ser humano me ha recordado al mejor Cormack McCarty. Como digo, la novela es buena, sin embargo echo en falta más ciencia ficción. Reconozco que ese puede ser mi problema.
           
[1]       Una especie de secta que se basa en las ocurrencias del gobernador de Tejas Rick Perry, republicano y retrógrado, que durante una fuerte sequía en su estado en el 2011 tuvo la feliz idea de animar a la gente a rezar para que lloviera.
 
[2]       El palabro de moda es “worldbuilding”, término que no puede faltar en ningún blog dedicado a la ciencia ficción que se precie.
 
[3]       “Infodump”.   

lunes, 19 de septiembre de 2016

"Anna" de Niccolò Ammaniti

Anna de Niccolò Ammaniti            Ahora, después de releer la sinopsis de la contraportada, me pregunto por qué me decidí a comprar este libro. Desde el principio el breve resumen ya me hacía sospechar que pudiera  tratarse de una historia apocalíptica más con el enésimo virus causando estragos en la humanidad. Tal vez fuera la irresistible fascinación que supone para mí la sola mención de El señor de las moscas lo que me hizo escoger esta novela entre las muchas otras obras que me ofrecía la librería a la que acudí este verano con cierta excitación tras más de un mes sin pisar un establecimiento de este tipo. Es posible que me atrajera conocer la visión de un escritor no anglosajón de un mundo acosado por una plaga. No resulta fácil, si no imposible, encontrar obras de ciencia-ficción que no sean traducciones del inglés, y como cualquier lector curioso siempre ando en busca de nuevos estímulos y descubrimientos. Además, la literatura italiana, de la que me reconozco un gran desconocedor, siempre me ha atraído: Italo Calvino o Dino Buzzati son autores que tengo en gran estima. Pero lo cierto es que me había quedado sin libros y en lugar de echar mano de mi ebook, cosa que siempre me da una pereza enorme, me fui a la librería más cercana y me dejé llevar por mi intuición.
 
            Nada sabía de Niccolò Ammaniti cuando comencé la lectura de Anna, a excepción de lo que se decía en las solapas del libro. Por otra parte no creo que haya una mejor manera de evitar cualquier prejuicio que empezar un libro con total ignorancia de su contenido y de su autor. Sin embargo, tras las primeras páginas apenas encontré algo original, algo que distinguiera a Anna de otras muchas novelas apocalípticas que han proliferado en los últimos años. Los protagonistas entran en casas abandonadas y en supermercados arrasados por otros supervivientes en busca de alimentos, de ropa y de medicamentos, recorren pueblos y ciudades en ruinas, se encuentran con coches cuyos dueños han quedado reducidos a meros esqueletos. Su horizonte es la desolación y en esos paisajes calcinados o campos infestados de matojos en ocasiones se tropiezan con otras víctimas enfermas, sucias y desnutridas. Lo de siempre en estos casos. La gran novedad en la novela de Ammaniti radica en que los supervivientes son niños, inmunes al virus hasta que alcanzan la adolescencia. De esta forma el autor puede contarnos una historia sin adultos en la que unos niños deben valerse por sí mismos sin la protección de sus padres. Con Anna, su hermano Astor, Pietro y un perro sarnoso como únicos protagonistas Ammaniti se propone reflexionar sobre la infancia y las relaciones a esa edad, las cuales parecen oscilar siempre entre extremos.
 
            El libro está bien escrito y aunque se lee con facilidad y resulta entretenido no posee la contundencia ni la lírica del horror de La carretera de Cormack Mcarthy ni tampoco está narrado con la sensibilidad de La casa de la muerte de Sarah Pinborough y desde luego poco o nada tiene que ver con El señor de las moscas de Golding. En una novela en la que la construcción de personajes parece ser una parte primordial de lo que se narra los protagonistas de Anna no resultan ser especialmente memorables. No es un mal libro y algunos de los episodios, especialmente en el que se cuenta el pasado de Pietro, resultan notables pero el conjunto carece de garra, y la fatalidad a la que parecen verse abocados sus protagonistas creo que habría brillado más en una trama realista fuera del género fantástico.