Blog ciencia-ficción

Nada de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia ficción.

Universo de pocos

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viernes, 27 de noviembre de 2015

A la deriva en el mar de las lluvias y otros relatos

A la deriva en el mar de las lluvias y otros relatos La publicación y traducción de relatos recientes de ciencia-ficción era algo que hacía falta en el mercado español desde hacía tiempo. Parece que en los últimos años se le ha querido poner remedio con diversas antologías que han ido apareciendo en el mercado como las de Terra Nova y ésta que nos ocupa. También gracias a la encomiable labor de Marcheto y de su blog Cuentos para Algernon hemos tenido la oportunidad de vislumbrar lo que se cuece en otros lugares.
Pero vayamos con los relatos que componen el libro y que han sido seleccionados por Mariano Villarreal.

La señora astronauta de Marte de Mary Robinette Kowal es un relato que me desconcierta. La historia se sitúa en una realidad alternativa en que se ha colonizado Marte en los años sesenta y se utilizan ordenadores que funcionan con tarjetas perforadas. Siempre he visto las ucronías como un juego de extrapolación cuyo fin último es analizar una época histórica, o la de entretener sin más. Sin embargo, Kowal parece servirse de ella con el único propósito de poder escribir la frase final con la que termina el relato. Toma elementos de aquí y de allá, un poco de Crónicas Marcianas, un poco de ucronía, un enfermo terminal... para escribir un relato que a mí me resulta artificial. La autora mezcla estos ingredientes de forma deliberada para lograr el tono nostálgico de la narración y arrancarnos unas lágrimas al final.

Algoritmos para el amor de Ken Liu es un inquietante relato en el que el autor se vale de unas muñecas inteligentes para hablar de la mente humana. La protagonista después de aplicar la lógica hasta sus últimas consecuencias llega a una conclusión aterradora. Relato correcto, con buenas ideas al que puede que le falte algo de chispa.

Frigonovia de Will McIntosh parte de una idea original y atrayente pero el autor no sabe dar con el tono del relato. En ocasiones, sobre todo en su parte final con todos esos pasajeros (me temo que deberéis leer el relato para entenderlo), parece más bien un vodevil y en cambio otras veces uno duda de que pretenda ser cómico. Además, la protagonista, ante un hecho tan insólito como ser reanimada, no parece sorprenderse demasiado.

Regreso a casa de Mike Resnick es un gran relato, el mejor de toda la selección según mi opinión. Es una historia muy bien concebida, en el que nada sobra y que logra conmover sin caer en sentimentalismos. Buena ciencia ficción que trata del abismo generacional en un futuro en el que los viajes espaciales son posibles. El autor además nos regala el esbozo de algunos de los extraños mundos a los que viaja el protagonista.

En La verdad de los hechos, la verdad del corazón Ted Chiang realiza un análisis de lo que supondría sustituir nuestra memoria por un registro de datos obtenido mediante una cámara personal y un software de búsqueda. La cuestión que se aborda es la de pasar de una memoria subjetiva, que vamos alterando con el tiempo a conveniencia de nuestra conciencia y que por lo tanto no es de fiar, por otra objetiva e invariable. El autor realiza un paralelismo entre este avance y lo que supuso en el pasado la llegada de la escritura a un pueblo que carecía de ella. Un interesante relato aunque su tono a veces discursivo lo hace algo denso.

Si fueras un dinosaurio, amor mío de Rachel Swirsky, es un curioso relato mezcla de inquietante poema infantil y denuncia social. Un relato cautivante a pesar de su brevedad.

La Amaryllis de Carrie Vaughn es un relato post-apocalíptico bien escrito y correcto que no creo que levante entusiasmos. Tiene cierto interés el futuro en el que se desarrolla la historia, aunque suena a ya visto y la trama que se narra es bastante anodina.

A la deriva en el mar de las lluvias de Ian Sales es el más extenso de los relatos. Cayendo en la parodia fácil podría decirse que es una extraña mezcla de CFH con algún EE que bien podría haber salido de una PIJ. Y es que el relato es un batiburrillo de siglas. Del autor puede decirse que además de instruido es generoso ya que no tiene inconveniente en compartir con los lectores sus extraordinarios conocimientos en aeronáutica y desde las primeras páginas nos demuestra que se sabe al dedillo el manejo de los diferentes Apolo. Con todo esto Sales logra que la lectura se convierta en una tarea bastante ardua, aunque, eso sí, muy instructiva. A pesar de todo, y gracias a que son sólo cincuenta páginas, merece la pena leerlo.

CFH : ciencia ficción hard
EE: elemento esotérico
PIJ: película de Indiana Jones

En conclusión una interesante selección que acaba sabiendo a poco. Espero que pronto lleguen más.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Sopor auxiliar

Justicia auxiliar de Ann Leckie    A pesar de los muchos premios recibidos comencé la lectura de Justicia auxiliar de Ann Leckie con muchos prejuicios. Todas las alarmas detectoras de peñazos saltaron cuando oí hablar por primera vez del libro y supe que se trataba de una space opera. Por si eso no fuera suficiente, resulta ser el primero de una trilogía y es que normalmente una cosa va unida a la otra. Debo decir que no soy precisamente un amante de la space opera, subgénero que tiendo a relacionar con la ciencia-ficción más arcaica, la que escribieron E.E. Smith, o Jack Williamson hace casi un siglo. Se trataba de literatura pulp enfocada al entretenimiento en la que se repetían los peores tópicos de la ciencia-ficción. Según dicen, desde hace algunos años la space opera ha sufrido una gran renovación y las obras actuales poseen mayor profundidad. Lo cierto es que lo que antes resultaba ser una lectura ligera sin otra pretensión que la de entretener ahora se ha convertido en una labor fatigosa en la que hay que estar dispuesto a enfrentarse a voluminosos tomos, trilogías o series interminables. Si no me he animado con lo que se considera una obra maestra de la literatura universal como Guerra y paz por su extensión, ¿cómo voy a hacerlo con La Estrella de Pandora de Peter F. Hamilton, o con Espacio revelación de Alastair Reynolds por poner dos ejemplos que además forman parte de una serie? En cualquier caso estoy dispuesto a enmendarme si alguien logra convencerme de que merecen la pena.
 
        Dicho esto, leí los primeros capítulos de Justicia auxiliar esforzándome lo más que pude en ver lo positivo. Sin perder el ánimo a pesar de lo poco que ayudaba la redundante prosa de la autora, fui dejando atrás soporíferos capítulos hasta que por fin la trama logra animarse. Antes he tenido que sufrir tediosos diálogos, con las protagonistas arqueando las cejas, frunciendo el ceño, esbozando sonrisas, corroborando o asintiendo mientras se atiborran de té. Sin embargo todo es un espejismo, tras unos pocos capítulos emocionantes la autora vuelve con sus aburridos y reiterativos dilemas y las insulsas costumbres del Radch (nombre del imperio en el que se desarrolla la novela). Aunque la historia ocurre en un futuro lejano con deslumbrantes naves espaciales, poderosas inteligencias artificiales y extraordinarios avances tecnológicos los personajes se comportan como si hubiéramos retrocedido a la época victoriana. Los numerosos mundos que han conquistado y todos los progresos alcanzados sólo han servido para que la gente continúe adorando a dioses a los que les sobran brazos (Amaat) y haya olvidado distinguir entre los diferentes sexos. Sí, porque el lenguaje de los Radchar no hace distinción de géneros, de manera que todo está narrado como si todos los personajes fueran femeninos. Parece un capricho de Leckie que no tiene mayor trascendencia en la obra.
 
        Uno de los pocos aciertos de la autora es haber concebido una protagonista compuesta por varios cuerpos humanos llamados auxiliares, los cuales forman una extraña y compleja entidad controlada por una inteligencia artificial. Estas inteligencias son las que gobiernan las naves espaciales y constituyen lo más destacado de la novela aunque pienso que la autora no las aprovecha lo suficiente. La historia está contada desde el punto de vista de una de estas entidades múltiples por lo que en algunos momentos se nos narran varios hechos simultáneos vistos a través de los ojos de sus diferentes auxiliares. Esto en manos de un escritor más competente daría un enorme juego narrativo. Lo que si le enseñaron en el Clarion (Ann Leckie se graduó en el Clarion como cualquier escritor de ciencia-ficción que se precie hoy en día), es a alternar capítulos que se desarrollan en periodos narrativos diferentes hasta converger en uno de los pocos clímax del libro. Por lo demás escribe sin imaginación (no hay un sólo símil o metáfora en todo el libro) y demuestra poseer una capacidad nula para la sugerencia. Podría pensarse que lo hace a propósito por ser quien es la protagonista, pero si la autora ha concebido a su heroína como una amante de la música (canta a todas horas) también la podría haber dotado de una mayor capacidad literaria y así habernos evitado una lectura tan monótona.
 
        Justicia auxiliar, a pesar de todos los galardones, parece escrita entre sorbos de té por la socia de honor del club de lectura de Jane Austen en Conshohocken (Pennsylvania).