Blog ciencia-ficción

Nada de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia ficción.

Universo de pocos

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viernes, 30 de octubre de 2015

Monos y algún que otro sapo


Portada de "Trece monos" de César MallorquíAntes de ponerme a escribir esta reseña he hecho algo que no debería hacer nunca ningún crítico, leer otras reseñas. Mira que me di prisa en comprar Trece monos de César Mallorquí, aún así se me adelantaron y a los pocos días de su publicación ya aparecieron los primeros comentarios en internet. Todos parecen estar de acuerdo en decir que sus relatos son clásicos, lo que no sé si es una manera eufemística de decir que es bueno pero está anticuado. Incluso algunos insinúan que sus futuros apenas se diferencian del presente y que no se tiene en cuenta la singularidad tecnológica (de momento presunta singularidad). En estos tiempos de presuntos estafadores, de presuntos estadistas y de presuntos reseñadores (que conste que lo digo por mí) hay que colocar siempre el adjetivo presunto delante de cualquier cosa que no esté demostrada. No conozco a César Mallorquí en persona, pero tengo la impresión de que lo que ocurra después de la presunta singularidad le interesa tanto como los ritos de apareamiento de los nematomorfos de la constelación de Abell 1835 IR1916. Por otro lado los mejores relatos de ciencia-ficción nunca han pretendido predecir el futuro. O si no que se lo pregunten a Robert Silverberg, a Fredric Brown, Stanley G. Weinbaum, Alfred Bester o a tantos otros.
 
César Mallorquí es un tipo sensato, que me cae bien, al que conozco sobre todo por los comentarios de su blog (no voy aquí a contar su vida y obra, para eso ya está el prolijo y exaltado prólogo de Juanma Santiago). Además he leído alguno de sus relatos más conocidos como El rebaño, La pared de hielo o Materia oscura. Son de lo mejor que se ha escrito y el último está entre mis favoritos.
 
La mayoría de los relatos que componen Trece monos son más humorísticos y menos ambiciosos que los antes mencionados y unos cuantos son claramente de relleno. Los más interesantes resultan ser también los más extensos. Así, El decimoquinto movimiento cuenta una historia muy sugerente con el ajedrez como fondo. Fiat Tenebrae es un gran relato que podría haber sido excepcional si no fuera por el final que a mi juicio le resta convicción. En muchos de los cuentos de Mallorquí, del que siempre he pensado que era un ateo convencido o por los menos un descreído de las religiones, aparece la figura del diablo (llevado al mayor protagonismo en otra de su novelas más conocidas, La catedral). Yo comprendo que Satanás estéticamente resulte más atractivo para el autor que Jesucristo o el Creador, pero creer en uno supone creer en el otro. También cabe destacar Naturaleza humana, con una intriga bien llevada y un final desesperanzador. La isla del cartógrafo es una bella historia de amor, Virus es un relato muy breve e ingenioso, Cuento de Verano es hilarante, sin embargo Todos los pequeños pecados me parece un poco sensiblero. El resto lo componen relatos navideños previamente publicados en su blog, que aún siendo entretenidos no parecen dignos de una antología como ésta. Da la impresión de que encargaron el libro a Mallorquí y el autor utilizó lo que tenía más a mano. Siento decirlo pero Trece Monos es una antología muy irregular, una pena porque pienso que César Mallorquí es un gran escritor de relatos al que se le puede exigir más.

jueves, 15 de octubre de 2015

El peso de la experiencia

Portada de "El peso del corazón" de Rosa Montero Siempre es de agradecer que una autora tan conocida y respetada como Rosa Montero se atreva con la ciencia-ficción. No me imagino ni por asomo a Javier Marías o a Antonio Muñoz Molina haciendo lo mismo. Cabe destacar el desparpajo y la seguridad con los que la escritora madrileña escribe sobre androides, ascensores espaciales, teleportación o mutantes y es que parece haber disfrutado de lo lindo escribiendo El Peso del corazón. La novela se lee de un tirón, posee una trama policiaca con mucha acción, personajes con cierto interés, pero le falta reflexión. Es un poco como una película de Hollywood llena de fuegos de artificio, un Macguffin (en este caso un diamante), un poco de amor, un poco de ambientación post-apocalíptica y con la consabida mascota para dotarla de humor y de ternura. Eso sí en Hollywood eliminarían bastante sexo.

Rosa Montero tiene oficio y eso se nota, sobre todo para alguien como yo que está acostumbrado a leer dudosas traducciones. Sus frases están bien construidas y muchas de ellas son brillantes, conoce la lengua que maneja a la perfección y cuando quiere sabe hacerte vibrar o conmoverte. Aún y todo algo falla. No sé si se debe a que la trama es algo simplona, o a que los personajes no me interesan demasiado, lo cierto es que no logra cautivarme hasta el punto de no poder parar de leer. Tengo la impresión de que le falta originalidad, es como si algunas partes que componen la novela ya las hubiéramos visto antes en una película o en otro libro. Y eso que en el libro se tratan temas importantes como la memoria y la personalidad o de lo efímera que es la vida. Lo que ocurre es que repetir no es lo mismo que profundizar.

Me ha llamado también la atención los nombres dados a sus personajes, empezando por el de la protagonista: Bruna Husky, digno de un videojuego, pasando por Marlagorka y Berrocalino por mencionar algunos. Estos últimos darían para un sainete.

En resumen una novela para pasar un rato entretenido, confío en que la autora siga haciendo incursiones en la ciencia-ficción y que la experiencia adquirida le permita crear una obra más relevante.