Blog ciencia-ficción

Nada de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia ficción.

Universo de pocos

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domingo, 24 de febrero de 2013

La imaginación y la imaginación


Portada de "La ciudad y la ciudad" de China MiévilleLa anterior novela que leí de China Miéville, La estación de la calle Perdido, no me convenció. En gran parte por su ridículo final. Pero en cualquier caso había elementos muy interesantes y me dije que le daría una nueva oportunidad. Esa oportunidad ha llegado con La Ciudad y la Cuidad la última nóvela de Miéville publicada por La Factoría de Ideas y que compartió premio Hugo con La Chica mecánica en el 2010. Se trata de una novela muy distinta a La estación..., tanto en temática como en estilo, y con una premisa (la de dos ciudades compartiendo el mismo espacio físico) muy arriesgada por parte del autor. Pero China consigue meternos en esa cuidad dual y crear una imaginativa historia dentro del género negro. Lo logra sin avasallarnos con peliagudos términos tecnológicos y sin la continua ostentación de enormes conocimientos científicos. Lo logra sólo con imaginación, como lo hacían antes Fredric Brown, Robert Silverberg o Bester. Mi formación es científica pero cuando leo novela busco literatura y si quiero saber sobre las últimas teorías prefiero leer a Leonard Suskind antes que a Greg Egan o a Vernor Vinge antes que a Charles Stross. La novela tiene sus fallos, muchos probablemente se deban a la traducción, pero yo la recomiendo.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Extrañeza

Creí que Entre extraños, la multipremiada novela de Jo Walton me gustaría pero no fue así. Bien escrita, en forma de diario, uno se encariña rápidamente con la protagonista a pesar de tratarse de una sabionda. La autora va suministrando a cuentagotas detalles sobre su pasado con lo que logra crear la tensión necesaria que nos empuja a no dejar el libro. Entonces, ¿dónde está el fallo? El problema es que el lector, al menos yo, está esperando continuamente que se produzca una revelación que nunca acaba de ocurrir. Llega un momento en que lo único que anima el relato son las numerosas críticas de las novelas de ciencia ficción y fantasía que la precoz niña vierte en su diario. Novelas que devora con fruición. Cuando sabemos que a la niña protagonista, trasunto de la autora, no le gusta Philip K. Dick y que "El mundo invertido" de Christopher Priest le parece rarísimo (en cambio le encanta Samuel R. Delany, raro entre los raros) nos tememos lo peor: que no haya nada más, que la historia consista únicamente en lo que cuenta, una simple historia de hadas. Y así es. Puede que ése sea mi problema, no simpatizo mucho con las hadas, ni con elfos y anillos. En parte también me chirría que en un libro de fantasía se hable tanto de ciencia ficción, es como si Ratzinger recurriera en sus profundos y trascendentes escritos a las leyes de la Física para demostrar que el Espíritu Santo existe.